Todo empezó cuando una niña nació, una niña con el pelo castaño que cuando
los rayos de sol chocaban con su cabello se convertía rubio, unos ojos verdes,
y unos labios rojos como la sangre, junto con unas pequeñas y trasparentes
pecas. Hija de aldeanos era ella, vivían en una pequeña cabaña de madera, con
su padre, madre y hermano. El hermano con una impresionante imaginación de ser
un guardián del reino, el chico que salva a la princesa,… pero eso no, nunca sería
posible, porque él no tenía sangre real. El niño entró en casa, ya cansado, se dirigió
a su habitación, pero en la habitación de sus padres se encontró a su madre
llorando, abrazando a su padre. El niño asombrado se quedó ahí unos segundos,
pero de seguido se dirigió a su habitación a descansar. La niña cumplió seis
años, el padre comenzó a enseñarle a cazar, a protegerse de todo lo que la podría
atrapar o hacerla daño. Todos los días la llevaba a un pequeño lugar, donde había
unos pocos árboles, no, no era un bosque, pero era el perfecto lugar para
enseñar a la niña hacer todo eso. El padre con su arco y su flecha, eliminó a
un pequeño ciervo, este se acercó a él, y con una navaja le abrió las tripas,
al hacer esto, el padre metió uno de sus dedos dentro del pequeño animal, así,
para dibujar una diana en uno de los troncos de un árbol de aquellos. La niña tenía
los ojos cerrados, le aterraba ver a animales muertos, y más verlos muertos por
su propio padre. El padre agarro a la niña, quitándole las manos de sus
diminutos y verdes ojos.
- -Mira-
le dijo este, acercando a la pequeña al tronco donde había dibujado la diana.
Ella sonrió, y de seguido abrazo a su padre. E igual que el padre entrenaba
a la niña todos los días, todos los días tenía una pelea con el niño. El padre
intentaba convencer al niño que nunca sería un guardián, el chico que salvaría
a la princesa, nunca. El niño se enfadaba, por eso una noche, el niño se preparó
en una pequeña bolsa de cuero todo lo que necesitaría fuera de casa, comida,
una navaja, una pequeña manta, y una espada que introdujo en la espalda. El
niño se escapó de casa, sin dar información a nadie, sin avisar a nadie.
Tiempo después, la madre murió, por la enfermedad letal que invadía su
cuerpo. El padre pensó que su hijo aparecería a ver a su propia madre, o a dar
el pésame a su hermana, pero se equivocó, no apareció. El padre informó a la
niña -ya de unos dieciséis años- de su hermano, la niña enfadada e insultada le
prometió a su padre que si por casualidad se encontrara con su hermano, lo eliminaría
sin pensárselo dos veces. El padre preocupado le negó, le confesó que su
hermano escapó de casa por culpa de él, porque tenía la intención de
convencerle de que no sería un héroe. Pero la niña ya lo había decidido, y
nadie se lo quitaría de la cabeza, nadie. De todas maneras, la niña siguió entrenando,
aprendiendo, pero sin su padre, él ya estaba bastante ocupado con el trabajo
desde que murió su madre. La niña cazaba y entrenaba igual que el padre, con
ella llevaba un arco con una única flecha, y una navaja. De hecho a la niña ya
no la aterrorizaba ver a animales muertos, ni matarlos, por eso ella comenzó a
cazar para ella y su padre.
Se escondió detrás de un árbol, un día de niebla, preparada para disparar
al pobre animal que estaba allí, cargó el arco con la flecha, expulsó aire de
su pequeña nariz, y rápidamente disparo al animal, no le dio, el animal al ver
y escuchar el rápido ruido de la flecha se alejó corriendo hacia la niebla. La
niña se quedó observando, y entonces escuchó al animal gritar de dolor, como si
lo estuvieran maltratando, torturando,… matando. Ella dio unos pasos atrás asustada,
sabía que detrás de la niebla había un bosque, pero nunca pensó que allí podría
vivir alguien.
La niña fue a casa, con un pequeño conejo en la espalda, lo dejó caer en la
mesa, y como su padre estaba sentado en una de las sillas, ella aprovecho y le
preguntó que había en el bosque. El padre le dijo que era peligroso entrar allí,
que ni se le ocurriera entrar, toda persona que había entrado allí, no había
vuelto a aparecer, todas las criaturas en que ella nunca había creído, estaban ahí
dentro, igual que en otros lugares.
Después de unos años, el padre también murió, y la niña escapó, dejando la
cabaña abandonada y ya dominado el arco, el cuchillo, la espada, la lanza,…

¡Hola!
ResponderEliminar¿Me podríais afiliar? www.fixing-the-sky.blogspot.com
Gracias^^
Besos, Anie Everdeen<3
Ahora, mismo te afilamos.
EliminarHola Annie!! Quiero decirte que te hemos intentado afiliar, pero a sido imposible, lo volveremos a intentar, y sino pondremos tu blog en el apartado afiliados junto con una foto.
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